Protestas en Bolivia

2019 deja un balance inesperadamente negativo para América Latina, que no permite una visión muy optimista del futuro.

2019 fue, sin duda, uno de los años más turbulentos de la última década. Lo marcaron protestas, extrañas alianzas políticas, éxodos desbordados e invaluables pérdidas culturales.

La tregua alcanzada en Bolivia, tras la salida forzada del gobierno de Evo Morales, es frágil y el país corre el riesgo de caer en una nueva espiral de violencia étnico-política.

Más de ocho presidentes en el mundo cayeron derrocados o han tenido que renunciar. Analistas alertan sobre el peligro de las renuncias en respuesta a las protestas ciudadanas o las alianzas cívico-militares. Las democracias no se construyen a punta de golpes, dicen.

Eso dijo en una entrevista a la AFP el ministro del Interior boliviano, Arturo Murillo, al considerar que estos dos mandatarios "han asesinado a mucha gente" por empeñarse en mantenerse en el poder.

Jeanine Áñez, presidenta interina de Bolivia, dijo que Morales es el verdadero responsable de la crisis que detonó su renuncia tras las elecciones señaladas de fraudolentas y sostiene que el exmandatario debe volver al país para rendir cuentas ante la justicia.

Casi un mes de conflicto poselectoral tiene a la ciudad boliviana de La Paz en una encrucijada. A las protestas en las calles tras la elección presidencial del 20 de octubre se han añadido barricadas, enfrentamientos, violencia y signos de escasez en los mercados que tienen en zozobra a los paceños.

No hay día sin protestas en el mundo. Las razones son diversas, pero los analistas empiezan a pensar que se avecina un cambio radical en el sistema político y económico mundial. La fractura entre las élites políticas, las financieras y la población comienza a hacerse insondable.

La gala en honor a Juanes en los Grammy Latino, las manifestaciones en Líbano, Chile y Bolivia y la histórica inundación en Venecia nos dejaron grandes imágenes para el recuerdo.